Hace tiempo hablaba
en este post acerca de los costes ocultos de muchos objetos de nuestro hogar. Y recomendaba pensar antes de comprar, siendo conscientes de los costes en mantenimiento de todo lo que entra en casa, para que no robe tiempo, dinero y esfuerzo de modo inútil.
Cuando retomé el blog e
inicié el camino del minimalismo (mucho del cual ya estaba recorrido desde hacía años, pero sin tener un nombre específico), os contaba que el primer lugar donde hice reducción consciente del número de objetos innecesarios en mi vida actual es en la cocina.
Hace unos días, Beatriz, lectora de
Casa Perfecta y tercera suscriptora de este blog hace ya siete años, me hablaba de los costes en mantenimiento que supone su nueva cocina: lavavajillas, placa de inducción... parece que nos olvidamos, pero si nos paramos a pensarlo, cada electrodoméstico necesita limpiezas y cuidados específicos y eso, mal llevado, puede provocar que pensemos que hemos cometido errores en nuestro intento por ser minimalistas.
Así que el post de hoy lo dedico a explicar algunas cosas al respecto:
El minimalismo consiste en desprenderse de aquello que no nos aporta valor, de lo innecesario, y quedarse y disfrutar de lo que realmente nos importa y nos da felicidad.
Para algunos, será tiempo, pasar largos ratos con familiares y amigos, leer, hacer deporte... Para otros será disfrutar de escapadas, aprender o estudiar cosas nuevas, adquirir productos de mayor calidad o poder ahorrar para comprar el coche o la casa de sus sueños. En definitiva, para cada uno de nosotros, el minimalismo tendrá como objetivo y resultado una cosa diferente porque damos valor a cosas distintas.
En mi caso personal, a la hora de diseñar y pensar en mi nueva cocina (ya hablaré de ella en detalle más adelante, en relación con el orden y otros temas de este blog), uno de los aspectos a los que he prestado mayor importancia es a la calidad y la eficiencia energética. Calidad porque quiero que sea una inversión para que dure años perfecta, y por eso elijo
profesionales de primera y electrodomésticos de calidad. Eficiencia para poder ahorrar energía, dinero y tiempo. Si esto implica dedicarle un poco más de tiempo a fregar la vajilla, comprar algún producto específico o aprender a usar cada aparato nuevo, no lo valoraré como algo negativo: el valor a la hora de elegirlos ha sido otro, el del ahorro de tiempo y dinero a largo plazo, la eficacia que obtendré en la limpieza, y en la optimización del espacio y su orden.
Cuando compramos una prenda y vemos que tiene un mantenimiento mayor (tal vez lavado a mano con producto específico), tenemos la opción de no comprarla/devolverla, o bien quedárnosla. En este último caso, sabemos que si la cuidamos como debemos, durará muchos años en buen estado, y lo aceptamos de buen grado. Unos minutos de nuestro tiempo a cambio de una prenda que nos gusta y que usaremos mucho.
Por lo tanto, cuando hacemos inversiones, lo importante es poner en una balanza qué inversión (tiempo, dinero, esfuerzo) realizamos y qué objetivo cubrimos. No es ser menos minimalista comprar un objeto o una prenda de calidad, que además suponga un mantenimiento posterior: es buscar la eficacia de nuestros recursos, y hacerlo de modo consciente. Como dice el viejo refrán: comprar como un rico, cuidar como un pobre.